Los policías se colocaron los cascos y la cadena humana delante del portal entrelazó con más fuerza sus brazos. Los rostros, de los agentes que cumplían la orden y los ciudadanos que evitaban el desahucio, se encontraban desencajados...Sobraron suspiros y faltaron palabras. Sobre las 11:45 horas se acercaron a la concejal Ana Camelo, postrada con el resto, agarrada al eslabón de al lado. Pidieron que se marcharan, que les dejaran entrar. Declinaron la petición. Fue el último gesto cortés y educado entre ambos bandos.
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