Miles de bordadoras ganan 2 dólares por prenda, mientras que luego, la misma pieza se vende por 100 en Estados Unidos. La mayoría de estas trabajadoras son mujeres, entre bordadoras a domicilios y costureras en maquilas. Esta situación es símbolo de la explotación laboral en los países empobrecidos y la feminización de la precariedad.
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