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Por qué la ciencia no puede probar lo que hay detrás del cerebro de un asesino

Pocos minutos antes de las dos de la madrugada del pasado 12 de junio, Omar Mateen, un vigilante de seguridad en Fort Pierce, inició un trágico tiroteo armado con un fusil semiautomático y una pistola glock en una discoteca de ambiente gay en Orlando. Después de casi tres horas de disparos, los cuerpos especiales entran en el recinto y abaten al tirador, que en esos momentos ya había dejado 49 víctimas mortales y más de 50 heridos.

| etiquetas: neurociencias , asesinos

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