Actualidad y sociedad
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Crónica en primera persona de una Nochebuena ingresado en el Zendal

Una luz anaranjada y plomiza había convertido esa noche de domingo en cueva de Polifemo el aparcamiento de ambulancias del madrileño Hospital Ramón y Cajal. No era consciente aún de que los dioses me habían reclutado para el pelotón de “10.000 españoles” que iba a pasar la Nochebuena ingresado por coronavirus.

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