Jamones, joyas y dinero, entre las sobornos que presuntamente recibió el delegado del Gobierno en Valencia. Cómo si fuera una película de Berlanga, así funcionaba la trama de corrupción que tenía montada en Valencia su delegado de Gobierno. Los negocios se cerraban en fastuosas cacerías, donde sin pudor, se ofrecían contratos millonarios a cambio de regalos de todo tipo y por supuesto, dinero.
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