La lógica de la competitividad –esto es, orientar la política económica a conquistar parcelas crecientes del mercado internacional- ha estado en el centro de las agendas de los gobiernos. Y se ha dado por buena la idea-fuerza de que es necesario contener los salarios para mantener y reforzar las posiciones competitivas. La pugna entre todos los países por atraer inversiones extranjeras ha reforzado la capacidad de presión y negociación del capital. Resultan muy ilustrativas las amenazas de cierre y deslocalización de empresas para rebajar...
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