En cualquier país avanzado, Esperanza Aguirre no podría ser candidata. Dejó la política a las puertas de la crisis y ahora que las cosas parece que están algo mejor, vuelve como si nada fuera posible sin ella. Sería muy interesante que en esta legislatura se comprometiera a enterarse de algo. No le interesó aclarar qué hubo detrás del llamado ‘tamayazo’, la misteriosa espantada de dos diputados díscolos que impidió un gobierno del PSOE y forzó la repetición de las elecciones. Y a la segunda ya tal. Aguirre pudo mantener el poder.
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