La guerra en Afganistán se convirtió en una "mina de oro", con el complejo industrial-militar y los contratistas privados sacando gran provecho económico de la situación. Gastando enormes sumas para mantener sus tropas, EE.UU. no creó al mismo tiempo infraestructuras sociales ni empresas civiles. A los afganos de a pie solo les queda la devastación. El propio desarrollo del país ha retrocedido décadas.
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