No existen guardiolistas en la política española (ni en la catalana): personas capaces de apostar por el largo plazo,de construir un estilo de juego que deje una impronta imperecedera en la memoria de los aficionados,de planificar más allá del cortoplacismo del próximo partido; serían aquellos que aspiran a cambios de calado: modificar las estructuras del Estado,regenerar la vida pública para que la siguiente generación herede un país más libre y democrático. Los mourinhistas serían capaces de vender el alma por vencer 1-0 de penalti injusto..
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