El Estado español parece estar diseñado para obstaculizar los equitativos derechos de todos los ciudadanos cuando las cosas pintan calvas para el poder, venga este de donde venga. Debe ser que las costumbres de los últimos 400 años de nuestra historia, tienen todavía un peso excesivo en los entresijos del Estado, que siempre tiende a considerar súbditos a los españoles, en vez de tomar conciencia –de una vez- de que todos los servidores públicos, funcionarios o políticos, son nuestros empleados, no una estirpe con derechos aparte.