Cuando Lucie Veith se enteró de que en realidad siempre había sido un hombre, tenía 23 años. Fue el comienzo de una travesía emocional y médica de años. Bajo el consejo de especialistas se sometió a terapias hormonales y operaciones, lo que ella hoy define como “un proceso de transexualización forzoso”. Decidió hacer algo para que las personas que nacen igual que ella no pasaran por lo mismo. Se convirtió en activista y logró una revolución en Alemania, al convertirse en el primer país en Europa en reconocer la indeterminación sexual al nacer.
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