Después de un verano razonablemente apacible, la segunda ola producía cansancio, furia y apatía. La tercera ola está produciendo un efecto semejante, con un nuevo matiz. El de una indiferencia que ha provocado, por ejemplo, que los medios de comunicación comprueben que las noticias relacionadas con la pandemia importen cada vez menos, o que los médicos sientan que sus mensajes caen en saco roto. Aunque los datos vayan peor que en otoño, nos da igual. ¿Nos hemos insensibilizado?
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