En la región del Lejano Oriente ruso hay un "boom" de la construcción, pero los trabajadores que lo sustentan no son rusos: llegan de la totalitaria y secretista Corea del Norte. Viven en complejos cerrados y, según grupos de derechos humanos, son trabajadores esclavos enviados por el régimen de Kim Jong-un. El país asiático se enfrenta a su peor sequía en el último siglo y Naciones Unidas ha alertado de que puede producirse una gran hambruna.
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