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La aduana medieval de La Jaquesa
Del “tuerto” de las aduanas no se libraba nadie. En la época de los Austrias la unión de las Coronas de Castilla y de Aragón era meramente personal. Los reinos seguían manteniendo sus propias Haciendas e incluso su propia moneda. Numerosas “tablas”, “taulas”, “collidas” o puertos secos, es decir, puestos de aduana interiores, impermeabilizaban las fronteras de los distintos reinos y territorios para gravar la exportación y la importación de mercancías con diferentes aranceles.
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