Cultura y divulgación
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El furioso llanto de Chavela Vargas

Se puede vivir en carne viva: aquí esta mujer que más que una mujer se diría un tótem. Hay que romperse para resucitar. Hay que llorar riendo. Hay que arrodillarse para no caer. (¿Pero por qué llorabas tú, Chavela Vargas? ¿Por qué romperte tanto? Arrodillarte tanto erguida: ¿para qué, para quién? Ni sé para quién es esta amargura, pensó una vez César Vallejo: otro majestuoso mendigo; otra llaga, como tú.)

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