Situémonos en la época. Desde finales de 1914 los frentes tendieron a estabilizarse deteniendo las operaciones ofensivas y convirtiendo el territorio fronterizo entre contendientes, la parte norte de Francia y Bélgica fundamentalmente, en una zona horadada por kilómetros y kilómetros de construcciones defensivas con zanjas, parapetos y alambradas que ningún bando era capaz de superar. Ni los bombardeos artilleros ni el lanzamiento de gases ni la aparición de los primeros tanques al año siguiente pudieron impedir aquel empantanamiento de tropas.
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