Para los eslavos orientales, que constan de varias ramas, Kiev se asocia históricamente con la imagen de la Madre Rusia. Esta expresión se menciona por primera vez en La primera crónica eslava, recopilada supuestamente en 1113 por Néstor, un monje de Kiev. Es importante mencionar que esta capital se percibe tradicionalmente en la cultura rusa como una especie de centro espiritual. El príncipe Vladimiro, quien en el año 989 eligió la rama ortodoxa del cristianismo y tomó la histórica decisión de bautizar a sus súbditos, también era de Kiev.
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