Lógicamente, a Stalin no le interesaba perfeccionar la especie humana sino obtener por hibridación de simio y hombre una nueva raza de soldado, infatigable, poco necesitado de alimento o reposo, indiferente al dolor, invencible. Ivanov fue a África a experimentar por encargo del Kremlin. Sin ningún resultado, inseminó tres chimpancés hembra con esperma humano. Luego fundó un instituto en Georgia, tierra natal de Stalin, para fertilizar seres humanos con esperma de simio.