Un ejército parapolicial de 350 trabajadores de la Empresa Chedraui, traídos desde Veracruz, todos uniformados con camisetas rojas, armados con maquinarias pesadas, motosierras y machetes, y protegidos por policías, arrasaron un enorme ecosistema. Corretearon y mataron a palos y machetazos a cientos de ardillas, en una imagen verdaderamente patética. Solo la intervención de cientos de vecinos pudo parar esta barbarie, cuando ya era demasiado tarde para salvar este pequeño bosque urbano.