Carla Baptista tiene 30 años, está embarazada de siete meses, vive en la calle junto a sus otros seis hijos y es una de las víctimas del comando que creó el Ayuntamiento de Buenos Aires para controlar, en teoría, el espacio público. En la práctica, sin embargo, se ha dedicado a expulsar por la fuerza a los indigentes que pernoctan en aceras, plazas o bajo los puentes.