La degradación de la convivencia tiene un punto de no retorno. Los treinta segundos de Celia Villalobos insultando, despreciando y humillando a Pablo Iglesias en un programa de televisión de Cuatro mirando a cámara y utilizando a sus hijos y la relación con su mujer como producto de consumo televisivo ha cruzado todas las líneas rojas que muestran de manera concreta y grotesca el estado de la situación. Una pulsión de odio en la derecha que masticada y rumiada en los años de gobierno de coalición es expulsada a la mínima ocasión, sin sentido.

La Base no podía dejar pasar la pieza de 25 minutazos que Risto Mejide dedicó ayer a intentar convencer a su audiencia de que Pablo Iglesia es un agente de Rusia.

"Ahora, siglo XXI, cuarenta años de dictadura en este país, demonizando a los comunistas, después de la Transición, el papel del Partido Comunista en la reconciliación nacional y en la Constitución […] que alguien reverdezca el concepto satánico que tenía la dictadura del comunismo es para llorar". Dirigiéndose a García-Margallo, también presente en la mesa de debate, preguntó: "¿Tan agotados estáis que tenéis que recurrir a esta sarta de barbaridades que parece que no está en un estado normal? Ni una de las frases tiene sentido".

Hoy, para no variar, me he vuelto a encontrar una gilipollez en Twitter. Lo sé, no es ninguna novedad. Por una pura cuestión estadística, las gilipolleces en Twitter están presentes a cada minuto. Sólo que sólo un puñado de ellas llegan a nosotros. La gilipollez en cuestión: “El capitalismo ha corrompido la ciencia. Hay q dejar paso a las ciencias alternativas q no manejan las multinacionales”. La respuesta a esto seguro que la ha dado más de uno, pero os la resumo en una frase: la ciencia no es democrática.