Una asociación de jóvenes de Barakaldo ligada al Consejo Vasco de la Juventud celebra una pequeña fiesta. De repente, sin previo aviso, un hombre al que nadie había visto antes se persona en el local y se identifica como inspector de la SGAE. El inspector de la SGAE, tras comprobar que todo estaba en su sitio, les informó, muy amablemente, de que "por esta vez" la cosa se iba a quedar ahí, al mismo tiempo que recordaba que es obligatorio pagar un canon cuando se escucha cualquier tipo de música". (Sustituye a la anterior por fallo en url)