Timothy Rawlings, cabecilla de la pandilla Bloods, de Baltimore, fue sentenciado a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad bajo palabra, por ordenar sus subordinados matar a Steven Parrish, miembro de la pandilla, al sospechar que éste era gay y que eso debilitaría la imagen de la pandilla. Es la primera vez que se condena a alguien en Baltimore bajo la ley de crímenes de odio. Rawlings tiene 24 años y, según el juez que lo condenó "En lo que pueda hacer esta corte, no volverá a respirar fuera de la cárcel".