-Nos iban a matar. Ya nos habían puesto en fila cuando salió un viejo y dijo: “Pero, ¿no veis que son unos niños? ¡Dejadlos en paz! Mi abuelo tenía diecisiete años cuando estuvieron a punto de matarle. Lo recuerda ahora, sentado en su sillón, cuando la vida es tan diferente a la que él conoció. Mi abuela asiente, deja escapar un triste “¡Qué pesado, las veces que lo ha contado!” y vuelve a cerrar los ojos y dejarse vencer por el sueño. El abuelo está aquí, conmigo, pero también está allí, en la guerra, rodeado de fusiles, de uniformes, de odio.