Los casos más graves son los que engloban al dinero negro procedente del tráfico de mujeres, de armas, de drogas, de empresas-pantalla que nunca pagan impuestos, del terrorismo etc. Todos esos delitos y algunos más generan un dinero que, en su mayoría, se sabe donde está. Y sin embargo seguimos prefiriendo perseguir al camello de barrio o al dueño del puti-club antes de atajar la raíz del problema. Hablo por supuesto de los paraísos fiscales.