Los dirigentes no solo han endeudado a sus entidades, sino que han dilapidado todo su crédito como gestores, al tiempo que con sus actuaciones han puesto en cuestión la legitimidad de toda la estructura del fútbol profesional español. La conclusión es evidente: cuanto más dinero han tenido los dirigentes, más ha crecido la deuda. Llegados a este punto y amparados en la impunidad de la que siempre han gozado, los clubes exigen al Gobierno más y más dinero y ponen sobre la mesa un insólito plante.