Porque paradójicamente, el personal se los pone para evitar contagios, pero luego los tira al suelo. Como si allí no pudiesen contaminar todavía más y a un mayor número de gente. Cuando ha habido un accidente o un crimen, la policía se coloca esos guantes. Y en muchos casos, una vez retirado el cuerpo y borradas las evidencias del desastre, lo único que quedan son esos guantes.