El jueves de la semana pasada, el Gobierno catalán abrió una sede diplomática en Londres, la segunda -la primera fue en Berlín- de una expansión internacional liderada por el vicepresidente, Josep Lluís Carod-Rovira, para que la autonomía tenga presencia oficial en París, Nueva York, Buenos Aires, México DF y China. Las delegaciones, sedes o embajadas -la confusión comienza ya desde el nombre- nacen con la intención de apoyar a las empresas catalanas en el extranjero. Sin embargo, ha causado cierto malestar entre los diplomáticos españoles.