Así, hemos podido ver cómo, en nombre de la más burda intoxicación, el fenómeno de las descargas en la red ha sido equiparado con cuestiones tan dramáticas como los tsunamis, la pederastia o el terrorismo, y cómo se insultaba a la inteligencia colectiva con las más estúpidas falacias, empezando por la más repetida de todas: que descargar es igual a robar.