Si Garoña estuviese en Alemania, ya estaría clausurada. Ángela Merkel ordenó hace unos días detener siete reactores: todos los inaugurados antes de 1980. Si Garoña estuviese en Francia, también habría sido cerrada. En el país que la industria nuclear siempre pone como ejemplo, las nucleares se desconectan cuando termina el plazo para el que fueron diseñadas; en Francia hay 11 reactores retirados. Si Garoña estuviese en Estados Unidos, habría sido cuestionada. Pero Garoña no está ni en Alemania ni en EEUU ni en Francia: está en España.