Habían pasado pocas horas desde su primera sesión de quimioterapia. Los dolores de Tatiana Enríquez, eran insoportables. Su hematólogo, un hombre mayor, le sugirió: "fúmate un peta de maría". Ella se lo tomó a broma, como una forma de suavizar la situación. Se habían conocido cuando a ella le diagnosticaron un cáncer linfático unos meses antes. Tras la segunda sesión de quimio, los vómitos y las náuseas no cesaban. El médico insistió en su idea. No podía hacer nada más. “Él lo vio claro, lo que pasa, es que no podía recetármelo”.