Sevilla, siglo XVII. A los gemidos de un clandestino encuentro erótico se suceden las protestas de la mujer indignada y deshonrada por el seductor de turno. ¿Le suena la historia? Lo que el díscolo fraile Gabriel Téllez, alias Tirso de Molina, de profesión confesor real escuchaba en su confesionario le habría dado para escribir varios Don Juanes seguidos. Sin embargo, prefirió resumirlo en su obra El burlador de Sevilla y esperó que alguien entendiese la moraleja.