El hombre vive en un universo frío y grande pero no lo sabe. Todo lo que conoce es su pequeño mundo, hecho de cosas pequeñas y tibias. Cada mañana devora sus cereales y se deleita con el delicioso sabor del café. En su trabajo no tiene jefe, está rodeado por gente joven que le recuerdan su propia juventud, algo distante ya, pero no todavía lejana. Tiene amigos y los valora, tanto como valora al espacio líquido, donde, cada día, cuenta la libertad en largos. Su pequeño universo incluye un piano, un libro de poemas y un tablero de ajedrez.