(Dedicado a los que están conscientes de que tienen un pie en el otro lado) Su adiós no por repentino es inesperado. Con total sinceridad te descubren que su fin está cercano (una hora, un día, meses, años…) porque mueren un poco cada día. Todos hemos escuchado alguna vez a nuestros mayores: “no llegaré a la comunión de mi nieta”, primero y luego “no llegaré a su boda”. Cumplida cierta edad es despedirse de continuo, aunque muchas veces los que se van son jóvenes, niños, infantes. Pero ese adiós para los viejos es un imán que los atrae/absorbe.