¿Es tan difícil darse cuenta de la inhumanidad, de la presunción de privilegio divino, del fanatismo sectario que destila el Papa Francisco? ¿Es tan complicado para sus fans no devotos, para las masas, para los medios, para los políticos, darse cuenta de que no es un hombre amable ni humilde ni abierto al mundo ni remotamente progresista ni siquiera meramente conservador, sino un reaccionario obsesionado con sus delirios sobrenaturales? Según Bergoglio, "Quienes niegan que el Verbo ha venido en la carne son del anticristo"