Si se piensa que el ciclón Gustav, siendo aun tormenta tropical, dejó casi un centenar de víctimas en las islas vecinas del Caribe, el hecho de que en Cuba preservaran la vida de todos sus ciudadanos es asombroso y una satisfacción, que aún frente a la destrucción y la angustia, frente a las lágrimas de muchos viendo la franca devastación, no deja de irradiar aliento. Los que agraden por todas las vías posibles a la Isla, sus ideas y sus dirigentes, lo seguirán haciendo. No se toman el trabajo de saber cómo logran los isleños...