Las lluvias de hasta 400 litros por metro cuadrado que asolaron, a modo de inundaciones, el norte de la provincia alicantina han dado paso a un no menos turbulento debate: por una parte los vecinos culpan a los ecologistas y al organismo de cuenca dependiente del Ministerio —la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ)— de la catástrofe por no segar, aduciendo motivos ambientales, las cañas de los ríos que a la postre impidieron el paso del agua por los puentes del río Girona. En el lado opuesto, los ecologistas y la CHJ argumentan que el efec