Uno de los grandes gastos de las compañías aseguradoras americanas consiste en discriminar pacientes de alto riesgo, no en tratar de curar gente (para que cada cliente pague según su riesgo y nivel de servicio). Esto es muy caro [...] El sistema público no tiene este problema de costes de información, ya que no discrimina. Sabe que acaba pagando por todos los tratamientos, así que no pierde tiempo en seleccionarlos. Sin el gasto necesario para conseguir la información, su única preocupación es el coste real de dar el servicio y cómo repartirlo.