Fascinante historia la de John Bramblitt: un chico de Texas que, después de perder su visión por una epilepsia y sentirse tremendamente enojado por ello, encontró refugio en la pintura. Obviamente, John no puede ver los colores, pero, como suele suceder con estos tipos de personajes, a los cuales no los detiene nada, desarrolló un proceso por el cual pinta ayudándose del tacto. ¡Y cómo pinta! Cuando uno visualiza las pinturas que ha realizado llega a la conclusión de que se trata de un individuo simplemente asombroso. No os perdáis el vídeo.