PRIMERA ESCENA De noche, casi madrugada: El Rey, anciano. El Sabio, joven, descarado, casi impertinente. La guardia, aburrida, somnolienta. La hija del Rey quedado ha en sus aposentos pero, según se verá más adelante, no es ajena a estos asuntos. Presuroso corrido ha el clérigo de palacio, camino de la habitación del trono, por los pasillos. Encuéntrase allí el rey, postrado en la descomunal silla, abigarradamente adornada desde la primera pata hasta el postrero rincón de respaldo, visible apenas a causa las enormes proporciones del monarca.