Dejar de ser ministro es algo que, por lo visto ya que es la primera vez que me pasa, se hace poco a poco. Empezando porque mucha gente te sigue dando el tratamiento y los escoltas siguen contigo, la descompresión es paulatina. Y eso que en mi caso nunca dejé de hacer, siendo ministro, cosas que hacía antes (ayudar con los niños, ir a la tintorería, comprar los fines de semana, salir con mis amigos de siempre etc.) por lo que no me ha costado seguir haciéndolo ahora.