Como la gran mayoría de los que estáis leyendo esto, he pasado la vida devorando a otros animales. Jamás me cuestioné (y sería interesante reflexionar aquí sobre el poder de la publicidad y la educación sobre nuestra capacidad crítica) la necesidad de hacer tal cosa. Sin ningún escrúpulo, masticaba toda la premeditación, tortura, deshumanización y muerte que me presentaban en el plato.