Poca duda cabe de que la gente habla mucho más, y con más pasión, de fútbol que de religión. Y de que llena, pagando fuerte, grandes estadios, mientras que las iglesias –de entrada gratis- están casi vacías. Y que no se da por ningún cura u obispo lo que se abona por un jugador de fútbol, teniendo que pagar el Estado –es decir, todos- el salario de los curas. A pesar del contra-ataque del clero, y salvo imprevistos, como un árbitro “untado”, este desafío del Getafe parece que va a terminar en goleada.