No debe de cabernos la menor duda que la sociedad de la información, lo mismo que sus antecesoras, no es sólo una cuestión tecnológica, sino también política, cultural, ideológica y económica, teniendo repercusiones directas en el mundo laboral con la aparición de nuevos sectores ocupacionales, la potenciación de nuevas profesiones, la desaparición y transformación de otras, y lo que puede ser más significativo, la posibilidad que el sujeto desarrolle a lo largo de su vida activa diferentes empleos (González, 1996).