Así como la Nación se contamina con el “nacionalismo”, la identidad indígena se pudre con las corrientes “indigenistas”, que no son más que aberraciones de alguna lucha política o ecológica, ahora, oh sorpresa, disfrazada de indígena. El “indigenismo” condena al indígena, lo hace campesinista, agrarista, monocultivista, y lo amarra al subdesarrollo, porque mientras exista indigenismo habrá bochinche. La identidad, por el otro lado, es sólo una de las bases de la conformación de la ciudadanía, y ésta no puede ser definida sólo por la identidad.