(C&P)Laovo Cande, fallecido el pasado verano a bordo de una piragua que se dirigía a Canarias, nunca recibirá sepultura. Para compensar la ausencia del fallecido, Umaro traslada desde Bilbao un enorme televisor, para el que no hay luz eléctrica en la aldea. En agradecimiento por la visita, la familia Cande sacrifica una vaca antes del funeral. Corta el cuello del animal, y un río de sangre rosada corre por la tierra. Una bandada de más de treinta buitres espera en los árboles que llegue su momento para el banquete.