Qatar y Bahréin, dos pequeños países que no existían en el mundo del atletismo, pueden llevarse los primeras títulos olímpicos de su historia en Pekín, gracias a la política de naturalización de deportistas a los que ofrecen petrodólares a cambio de oro olímpico. Bahréin, el país más pequeño del Golfo Pérsico, lleva diez atletas a Pekín, muchos con opción a medalla, de los que nueve nacieron en países más pobres, desde Marruecos a Kenia, pasando por Etiopía, que cambiaron de pasaporte atraídos por los petrodólares.