[c&p] Richard Ford, diseñador de páginas web en una empresa de Los Ángeles (California, EE UU), recibió en la noche el 25 de marzo de 1997 un paquete por mensajería. Contenía dos cintas de vídeo y una nota que decía: "Cuando leas esto, nos habremos despojado de nuestros contenedores". Contenedor era la palabra que los remitentes usaban para referirse al cuerpo. A la mañana siguiente, Ford entró en el despacho de su jefe, Nick Matzorkis, y le contó que una cuarentena de miembros de una secta a la que había pertenecido se habían suicidado.