Quien se encuentre agobiado ante esa insoportable comunidad de vecinos en la que habita, quien sienta cómo la cabeza palpita hasta el borde de la explosión al sentir el inhumano peso de los muros de hormigón de su bloque de pisos, quien, en suma, odie esos enjambres humanos… pues nada, que piense en la posibilidad de haber vivido en un lugar mucho peor. Por favor, atiendan los desconsolados con pisos de cuarenta metros cuadrados a la siguiente fotografía de un pasado no muy lejano… La historia del megabloque en el blog Tecnología Obsoleta.