Si sirvieran los libros de autoayuda, hace tiempo que no tendríamos problemas. Pero la única autoayuda que sirve es la colectiva. Y esa se llama política. ¿Aburrida? Eso dicen también de la música clásica. La gente decente, la que no quiere librarse de ser víctima convirtiéndose en verdugo, no sabe qué batalla ha perdido. Ha hecho todo lo que le decía el ejército vencedor. Se ha humillado, traicionado a sí mismo y a los suyos, autoexplotado, para, al final, ser ejecutados.